Pedro Molina. Epopeya urbana
A qué me enfrento cuando escribo
Sep 9, 2024
Hoy vengo aquí, a este sitio, para abrir mi corazón ante vosotros. Me suelo preguntar a qué me enfrento cuando escribo y he decidido compartirlo con todos vosotros.
Podría hacer un esquema para no volveros locos, pero ese no es mi estilo. Carezco de esa lógica, aunque prometo ser breve.
Cuando me siento a escribir me enfrento, en primer lugar, a la página en blanco, aunque quiera continuar una historia siempre está delante de mí la dichosa página en blanco. La continuación de algo o empezar de cero.
En mi caso necesito un catalizador o detonante. La música dispara las ideas y todo fluye. Los dedos corren más que mi cerebro. Una vez que empiezo dejo atrás el miedo a la página en blanco.
Satisfyer
Jun 16, 2024
Jennifer se declaró ameba delante de su marido. Él no se lo podía creer tras el onceavo gatillazo en treinta días. «¿Ameba?, ni puta idea, pero si lo dice ella será así», se decía sentado en la cama a su lado mirando fijamente la pared de enfrente.
No te entiendo, Gerardo —empezó al borde del grito desgarrado de la impotencia Me dices hace unos minutos que te excito y luego ¡ pam! se te baja. Es que… no sé qué hacer ya.
Yo tampoco. Me ilusiono, empiezo a comerte y mira ahí abajo, se esconde el hijo puta… aunque tú tampoco ayudas.
Ojos de Gato
Jul 30, 2024
Como tantos otros días, Antonio Ramírez se despertó a las seis de la mañana ajeno de que lo iban a mutilar. El técnico en control de plagas se preparó para otro día laboral, tedioso y cansado, en un horario asequible, aunque aburrido. Revisó el parte de trabajo. El primero a las ocho y media de la mañana en un barrio obrero y machacado por el tiempo, le esperaba en una vivienda particular.
Con desgana y aire distraído tocó el timbre del Bajo D. Nadie respondió ni abrió. Suspiró aliviado porque lo mismo no estaba la dueña de la vivienda en casa y podría dejarlo para más tarde u otro día, pero una ocurrencia de última hora lo llevó a empujar la puerta de entrada. Se abrió. Entró. Al final del vestíbulo del añejo edificio cuatro puertas asomaban.
El Viajero
Abr 7, 2024
El silbato sonó como un estruendo en mis oídos, reverberaba en mis tímpanos, más que un aviso de que tenía que subir al tren fue más bien un taladro en mis pobres oídos.
—¡Viajeros, al tren! —exclamó el tipo con gorra.
El ferroviario hizo un ademán con una bandera roja.
—Espere, por favor —le pedí.
Subí los dos peldaños de un salto con mi pequeña maleta de viaje. El billete que compré era de tercera clase, así que no tenía que buscar compartimento; tampoco podía permitírmelo.
© 2024 PEDRO MOLINA